El valle de Vilcabamba fue el último refugio de los Incas, que pudieron escapar a la presión de los españoles, principalmente miembros de la realeza y la nobleza. Es una verdadera ciudadela en el corazón de la selva; lo que quedó de la sociedad incaica resistió 36 años antes de que una banda de invasores independientes asesinara al último heredero vivo del imperio, Tupac Amaru, en 1572. La ciudadela cayó entonces en la ruina y el olvido. Fue redescubierto en 1960, pero hasta el día de hoy no ha sido excavado o despejado.